“Ese era el territorio que recorríamos y en todas esas andanzas iban naciendo nuestros hijos, como si fuesen crías de pollo. Por eso nosotros consideramos que toda esta es nuestra tierra, tal como se lo han contado tal vez otras personas de mi familia; eso no es mentira, porque yo también nací en esos recorridos”

 

PATRICIA LARA

El Calvario

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Nuestro pueblo, también conocido como Mayalero (y también por los adjetivos de playero y mariposo, este último que consideramos despectivo), ha recorrido tradicionalmente un territorio comprendido entre los ríos Casanare, al nororiente, y el alto río Meta, al suroccidente, por afluentes como el Pauto, el Aguaclara y el Ariporo.* Sin embargo, según nuestros mayores, nuestros recorridos se extendieron hasta el Guaviare, al sur, y el Capanaparo, al norte, a donde llegamos huyendo de la persecución. Fue en esa región que inicialmente entramos en contacto con los yaruros, que pertenecen hoy al Resguardo Caño Mochuelo, y con quienes establecimos algunos lazos de parentesco. Al regresar a la región del resguardo, nos establecimos en las comunidades de Quinto Patio y Topochales, en las que hoy vivimos 95 personas, de 24 familias.

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Nuestra lengua conforma un continuo con el Sikuani y el Cuiba, aunque es más cercana a la primera que a la segunda. En lengua, llamamos al territorio Patahira, que involucra todos los elementos de la naturaleza, tanto materiales como espirituales. Patahira es todo: es la experiencia y el conocimiento, la vida y la cultura; Patahira es nuestro pasado y nuestro futuro. Por eso es preocupante para nosotros ver cómo los recursos de caza, pesca, recolección de frutos y materiales son cada vez más escasos, y cómo cada vez es más difícil llegar a territorios que tradicionalmente hemos recorrido, aunque no sean reconocidos como parte del resguardo.

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* Queixalós, F., Lenguas aborígenes de Colomba. Diccionarios. Diccionario sikuani-español (Universidad de los Andes, Centro Colombiano de Estudios en Lenguas Aborígenes, 1988): ii.